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RELOJES PIAGET
Corderos y hadas, trabajo e imaginación, dura jornada y ligero sueño de noche.
Estos elementos son los que han labrado la aventura de la casa de Relojes Piaget, una casa que, como pocas, ha sabido conciliar las dos almas de la relojería: la de la técnica y la precisión y la de la estética y la creatividad, para crear relojes que, perfectamente funcionales y tecnológicamente vanguardistas, son admirados, deseados y comprados como joyas.En los valles de Côte-aux-Fées, como en todo el Jura suizo, los inviernos son fríos, largos y aburridos. Los campos, cubiertos de nieve, no pueden ser trabajados durante meses. Pero los largos meses de invierno empezaron a emplearse en una segunda e incluso una tercera actividad, alternando entre la agricultura y la ganadería, según las estaciones. Al principio, fue la artesanía de encajes la que echó raíces en esta región. A partir del siglo XVII, la relojería se impuso antes de reemplazar definitivamente a su competidor hacia la mitad del siglo XIX.
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El museo De Relojes Piaget abriga cuatro relojes firmados Piaget, fechados entre 1820 y 1836, por lo tanto, anteriores a la fundación de la Casa. Uno de ellos, de 1825, lleva incluso en la esfera el lugar de fabricación: La Côte-aux-Fées. No es aventurado considerar que el artesano fabricante de este bello reloj de bolsillo, con repetición de hora y de cuartos de hora, era un pariente del joven Georges.
Este último comenzó su aprendizaje en un pequeño taller de un relojero de los Bayardos, muy cerca de su casa, y adquirió en pocos años el dominio de los secretos del oficio. Entre ellos una importante innovación técnica: el escape con áncora que había sido descubierto desde hace poco y que iba a conocer un gran éxito.
El oficio que había aprendido prometía dar sus frutos.
En 1911 su nombre era ya conocido por todas las marcas ginebrinas importantes. Con el tiempo, los Piaget se especializaron tanto en la fabricación de movimientos completos como en relojes terminados. La pequeña empresa familiar se transformó en una sociedad con nombre colectivo del cual formaba parte el mismo Georges, su hermano William y además de Timothée, los dos hermanos mayores, Edouard y Georges.
Durante el periodo de entre-guerras, cuando el pequeño taller del padre de Piaget se convierte en una empresa importante, Ginebra también crece y en adelante será una ciudad internacional.
Los relojes y las joyas, en los cuales Ginebra siempre se ha especializado, atraen además una clientela internacional de alto nivel. En esta época, los Piaget tenían en Ginebra sus clientes más importantes: las marcas famosas de relojería y los relojeros de todos los rincones del mundo. Quizás fuera Timothée el primero en concebir el audaz proyecto que transformará, algunos años más tarde, el taller de Côte-aux-Fées en la más conocida casa productora de relojes y joyas del mundo.
En 1945, el año de la paz que presagiaba el resurgimiento prodigioso de la economía europea, Timothée se retira y será la tercera generación de Piaget la que asuma el desarrollo de la empresa. Gérald, que se ocupaba del marketing, estableció una red de relaciones con los clientes y los futuros distribuidores. En 1944 ya fue nombrado director general antes de ser, a partir de 1945, presidente y administrador delegado de la sociedad. Valentin es el técnico, el relojero que sigue las huellas de su abuelo pero con su propio genio creador, un talento que no puede ser aprendido ni transmitido.
Desde 1940, bajo el impulso de las ideas más innovadoras y los proyectos más audaces de la nueva generación, Piaget empezaba a firmar sus relojes. El año 1945 marca también la inauguración de nuevos y amplios talleres. Instalados en Côte-aux-Fées, están perfectamente estructurados para la fabricación de relojería vanguardista, hasta tal punto de que, en el pequeño pueblo natal de los Piaget, nadie había visto nunca, ni imaginaba ver algún día, un edificio tan grandioso; en efecto, el complejo ultramoderno estaba previsto para abrigar a más de 200 artesanos especializados.
«Lujo y precisión» fue el eslogan que eligió Piaget para sus creaciones a partir de 1942. En esos momentos, los relojes fabricados y firmados por la casa eran tan escasos que no justificaban la edición de un verdadero catálogo de Relojes Piaget.
Desde el principio, Gérald y Valentin quieren elevar la marca Piaget al punto más alto de la gama relojera, tanto en el aspecto de la calidad como en el de los precios.
Durante estos años, dos acontecimientos de gran importancia marcaron un giro decisivo en la historia de la Casa. El primero fue la realización y la presentación en la feria de Basilea, de 1957, del calibre 9P. Concebido y realizado por la aguda inteligencia de Valentin Piaget, revolucionó en un abrir y cerrar de ojos el camino de la relojería y particularmente el de los relojes para mujer. En efecto, las mujeres deseaban un reloj ligero en armonía con su muñeca.
El calibre ultra-plano de Reloj Piaget ofrecía así la posibilidad de aumentar, de manera sorprendente, la dimensión de la esfera sin aumentar el peso del reloj.
El segundo acontecimiento capital de la historia de los Relojes Piaget fue la inauguración de una elegante tienda en Ginebra, en la calle del Ródano, nº 40, una de las direcciones más prestigiosas de la ciudad.Los hermanos Piaget, sin abandonar su pequeño pueblo de origen, instalaron en Ginebra su escaparate, ventana abierta al mundo. Este «show-room» fue inaugurado el 15 de junio de 1959 y, de repente, el renombre de la marca creció enormemente, de manera que los años sesenta fueron, para Piaget, la década del triunfo. Un éxito debido, paradójicamente, al pueblo de origen de la marca.
Fue Valentin quien tuvo la idea de preparar pequeños escaparates en los cuales sólo se expusieran un mínimo número de piezas, cuando los demás «show-room» de prestigio mostraban un gran número de relojes en grandes escaparates. El interior de la tienda estaba amueblada como un salón, sin ninguna pieza expuesta: los transeúntes no veían de esta manera ni relojes, ni joyas, solamente sillones, sofás y pequeñas mesas elegantes.
A los visitantes se les ofrecía el mejor café de Ginebra, acompañado de los bombones más exquisitos, producidos expresamente por Piaget, que degustaban en este templo de lujo.
Después de la construcción de una fábrica vanguardista y la prueba de un total dominio técnico gracias al calibre ultra-plano, el Reloj Piaget «show-room» ginebrino aportaba a la Casa el último elemento que faltaba para dar un gran paso adelante: la imagen
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